ROTA EDIFICIO ENTRE IGLESIA Y SINAGOGA

De pronto los gringos se "pulen" con una cosa como esta. Nomás hace falta cambiar al animalito Bush.


Rota edificio entre iglesia y sinagoga

En el interior, trozos de pared giran, como en un escenario teatral, para que aparezcan los rollos de la Torá o un crucifijo

AFP

Ann Arbor, Estados Unidos (15 noviembre 2006).- En el exterior, una estrella de David y una cruz gigantes, una al lado de la otra. En el interior, trozos de pared giran, como en un escenario teatral, para que aparezcan los rollos de la Torá o un crucifijo.

En función de los servicios religiosos, este edificio octogonal de Ann Arbor (Michigan), en el norte de Estados Unidos, hace de sinagoga o iglesia.

Tiene dos nombres: "Templo Beth Emeth" y "Saint Clare of Assisi". El viernes de noche y el sábado está reservado a los judíos, el domingo a los cristianos. Las dos comunidades se reparten en forma equitativa el resto de la semana y administran juntas el edificio.

En Ann Arbor, al igual que en Bethesda (Maryland, este), judíos y cristianos han optado por compartir en forma permanente desde hace más de 30 años el mismo lugar de culto para probar "su respeto mutuo".

Esta iniciativa, única en el mundo, se ve favorecida en Estados Unidos gracias a una gran tolerancia religiosa.

En la sala de oración, sin iconografía religiosa, un atril está instalado frente a una pared removible de madera, que gira en función del oficiante, el rabino o el pastor.

"Podemos hacer celebraciones judías y cristianas sucesivas, alcanzan 10 minutos para cambiar la decoración del santuario", explican el pastor James Rhodenhiser y el rabino reformista Robert Levy.

Antes de 1994 y de la instalación de ese ingenioso sistema de paredes giratorias, las comunidades cambiaban la religión de la sala trayendo una cruz gigante y rollos de la Torá sobre ruedas.

Actualmente es mucho más fácil pero no es cuestión de ir más lejos y transgredir las leyes propias de cada religión ni de buscar convertir al otro, subrayan los dos responsables.

"La santidad del lugar no es cuestionada desde el momento en que los símbolos de las dos religiones no son expuestos al mismo tiempo", explicó Robert Levy. "Servir a Dios supera las diferencias teológicas", añadió el pastor, que reconoce que este tipo de intimidad religiosa no podría ser compartida por católicos o judíos ortodoxos.

Además de una armonía perfecta entre los responsables de las dos congregaciones, debe respetarse un código de buena conducta, ya que a veces pueden aparecer fricciones.

"Una Navidad, los cristianos habían elegido un pino gigante y estaban reticentes a sacarlo de la sala el sábado, cuando debía venir la oración de los judíos. Finalmente, aceptaron pero desde entonces eligen pinos pequeños, fáciles de desplazar", explicó el rabino.

En Bethesda, la cohabitación entre 215 familias judías y 450 familias cristianas es más discreta. No hay ni cruz ni estrella de David en el exterior del edificio. Pero la filosofía es la misma. "Tolerarse uno al otro y comprenderse", explica Sunny Schnitzer, responsable de la comunidad judía.

Desde 1967, la iglesia presbiteriana alquilaba su espacio a los judíos. En 2001, las dos congregaciones optaron por añadir al edificio una sinagoga. Para las grandes ceremonias, los judíos siguen utilizando la iglesia y cambian los símbolos religiosos.

"Escondemos la cruz gigante y traemos una Torá sobre ruedas. Tapamos también los lugares donde están grabados los nombres de donantes cristianos", explicó Schnitzer.

"Un día un rabino rechazó venir porque sabía que había una cruz, aunque escondida, en el edificio", indicó. "Entiendo los comentarios pero nadie nos culpa, nuestro objetivo es ser fieles a uno de los principios de Estados Unidos: una sola nación bajo Dios".