Monday, July 11, 2005

RESEÑA TRANSIBERINO

El Transiberiano: Vivir para contarlo

Por Diego Gómez-Pickering e Ilan Kava

PERIÓDICO REFORMA
(05 10 2003).-

Abordar uno de los trenes más legendarios del mundo es una experiencia enriquecedora para quienes buscan historia, naturaleza y gente con pasiones muy diferentes

REFORMA/ Enviados
MOSCÚ, Federación Rusa.- La odisea del Transiberiano comienza en Moscú. A pesar de que el trayecto original une a la capital rusa con la ciudad de Vladivostok, la ruta más amable y de menor dificultad para el turista es la denominada Ruta Transmongólica. Esta atraviesa Siberia y los Montes Urales para después adentrarse en Mongolia, recorrer el Desierto del Gobi y llegar finalmente a Beijing.

Arribar al aeropuerto de Sheremetevo en Moscú puede resultar en un verdadero shock: anuncios comerciales escritos en alfabeto cirílico, férreos oficiales de migración y aduanas con rostros duros, filas de taxistas ofreciendo sus servicios en más de una decena de idiomas y una colección de multifamiliares al más puro estilo estalinista adornando la autopista que separa al aeropuerto del centro de la ciudad.

En el centro basta con cruzar cualquier calle para toparse con el Kremlin, lugar desde donde el Soviet Supremo oprimía, en aras del comunismo, al proletariado ruso. La opulencia de las cúpulas de oro en forma de cebolla contrasta con los indigentes que pululan a las afueras de sus murallas. A pocos pasos se encuentran otros dos puntos obligados: la Catedral de San Basilio y los almacenes GUM, reducto de la época de la URSS convertido, a partir de la apertura económica, en el paraíso de boutiques al estilo Masaryk. Para concluir su visita a la Plaza Roja dése una vuelta por el Mausoleo de Lenin y corrobore que ser embalsamado no es la mejor forma de verse por siempre joven.

Adiós a Moscú

Nos despedimos de Moscú y de las comodidades que tanto extrañaríamos de la "civilización", y nos dirigimos al andén número 1 de la estación de Yaroslav, donde descansaba el ferrocarril que sería nuestro hogar durante las siguientes 180 horas y los próximos 9 mil kilómetros.
Estar en el Transiberiano es como transportarse en el tiempo; en el momento de su construcción llegó a ser uno de los trenes más lujosos del mundo, el problema es que hoy en día parece ser exactamente el mismo tren recorriendo las mismas vías que el día de su inauguración en 1904. No ha cambiado en nada. Calentado con carbón, con asientos cubiertos de vinil, flores artificiales decorando los pasillos y un antiguo samovar dorado en cada vagón. Todo un museo sobre ruedas que da muestra de la otrora potencia rusa.

Sexy-hostess

Al abordar el tren, el pasajero es recibido por una señora cincuentona, generalmente robusta, cuya fisonomía varía según la región, con olor a cigarro sin filtro, luciendo un uniforme muy a lo Olga Breeskin, con falda de cuero corta y botas negras. Este inusual personaje que funge como mamá adoptiva a lo largo del viaje recibe el nombre de "provonitza". Ella le traerá té calientito, le cobrará las sábanas y si usted logra tener una buena relación con ella, regalándole cigarros, por ejemplo, le permitirá utilizar su baño; algo que se agradece de sobremanera, ya que sólo hay dos baños, sin regadera, por cada 100 pasajeros, y la "provonitza" se encarga de cerrar con una tranca uno de ellos para su uso personal.
Una vez que nos acomodamos en nuestro compartimiento conocimos a nuestros primeros dos compañeros de viaje, un par de chechenos insurgentes con tatuajes y cicatrices en la cara que a la pregunta de "Do you speak english?" contestaron con un somero "killer" que resultó ser su única palabra en inglés; esto no contribuyó mucho a nuestra tranquilidad. El pánico fue disipándose una vez que sacamos nuestra bolsa de provisiones y les ofrecimos un trago de tequila a la luz de una amistosa partida de ajedrez.
Recomendamos llevar consigo comida enlatada, sopas instantáneas que se puedan preparar a toda hora con el agua caliente del samovar, papel de baño y agua embotellada. Un buen lugar para hacer este tipo de compras antes de abordar el tren en Moscú es Moskovskie Delikatesy (Varvarka ul. 14, tel. 00-7-095-298-4539).

Ekaterimburgo

Después de 26 horas de viaje llegamos a la ciudad de Ekaterimburgo, urbe industrial en las faldas de los Montes Urales. Para ese momento ya comenzábamos a sufrir los primeros estragos del "train-lag", ya que cruza siete zonas horarias y se pierde la noción del tiempo.
Los trenes y las estaciones se rigen con el horario de Moscú, así que, por ejemplo, en la ciudad de Irkutsk pueden ser las 19:00 horas pero al subir al tren serán las 15:00 horas, esto adquiere vital importancia cuando uno desea hacer uso del vagón comedor, el cual sigue también el horario moscovita y varias veces nos sorprendió estando cerrado a plena hora de la comida.
Los lugares a visitar en Ekaterimburgo son la iglesia que se erigió en el sitio donde fueron asesinados Nicolás II, último zar de Rusia, y su esposa Alejandra, y el pequeño obelisco de piedra que marca el fin de Europa y el inicio de Asia, equivalente ekaterimburgués a nuestro Ángel de la Independencia, donde los recién casados acuden a tomarse fotos después de jurarse amor eterno.

Para hospedarse en cada una de las paradas no hay nada más atractivo que la casa de una familia; conviene arreglar esto a través de alguna agencia de viajes, de esta forma tendrá la oportunidad de vivir como un verdadero ruso.

En nuestro caso, el azar nos asignó a una característica familia, compuesta por una "babushka" (abuelita) de 75 años y sus tres nietas que eran como los Ángeles de Charlie, una de cada color: la rubia estilo finlandés que hablaba alemán, la trigueña con pelo de escobeta que hablaba francés, y la kazaka con ojos rasgados que hablaba italiano.

Al lado de ellas descubrimos un centro de esparcimiento nocturno conocido como Luna 2000 (Sibirsky Trakt, 34b, Yekaterimburg, tel. 00-7-3432-62-7510), donde después de franquear a los mafiosos de la entrada se llega a una especie de taquilla que acepta cualquier divisa.
El lugar cuenta con pistas de boliche, mesas de billar y una gigante sala de baile donde se escuchan covers en ruso de éxitos gringos de los 80. Lo más sorprendente no termina ahí. Al intentar pagar las bebidas, la dependienta tuvo que ir por su ábaco para hacer las cuentas.

Alucinaciones

Nos volvimos a subir al tren después de la gran confusión con el horario de Moscú y, aún padeciendo los estragos del "train-lag", conocimos al que sería nuestro acompañante de cabina para este trayecto de cuatro días: un octogenario de nombre Misha, con barriga chelera, que nos instó a despertar todos los días con un trago de vodka de dudosa procedencia en un zepellin de Coca-cola, y quien no aceptaba un "no" como respuesta.

Este trayecto es tan largo (alrededor de 90 horas) que lo primero que nos vino a la cabeza fue la canción "Mi cárcel" del Buki. Tu cuerpo y tu reloj biológico enloquecen, en la noche no puedes dormir y tu organismo te exige comida a las horas más extrañas. El chaca-chaca hipnótico de las ruedas al chocar con los durmientes hace que tu cerebro empiece a deambular por los lugares más insólitos y de pronto descubres que estás echando mano de recuerdos añejos para matar el tiempo que parece que no pasa.

Misha nos explicó en ruso (es importante señalar que desconocemos por completo dicho idioma) un método ideal para entretenerse. Se trataba de un juego de cartas, cuyas reglas nunca nos quedaron claras y en el que él -curiosamente- siempre resultaba ganador.

Este viejito, que se dirigía a Vladivostok y cuyo equipaje era un costal cargado de un mineral desconocido, se convirtió en nuestro abuelo adoptivo. Cuando el tren paraba momentáneamente en alguna estación y bajábamos a comprar zanahoria y papa hervida servidas en una bolsa de plástico (a la manera de los refrescos en Chapultepec), Misha se encargaba de que saliéramos bien abrigados con su ya conocida y repetitiva frase: ¡Xólodna, Xólodna,! que posteriormente descubrimos significaba: "¡Frío, frío!"

Al llegar a Irkutsk, nuestra segunda parada, sin poder contener las lágrimas, nos despedimos de Misha.

El corazón siberiano

Irkutsk, la capital de Siberia, nos dio la oportunidad de conocer la taiga (vegetación de la tundra), que cubre a esta vasta región de la Rusia oriental, así como de emprender expediciones a orillas del Lago Baikal.

Para llegar al Baikal es necesario tomar una especie de combi rusa afuera de la estación de trenes de Irkutsk (asegúrese que sea la ruta 2, Irkutsk-Lystvyanka) que lo dejará a orillas del tremendo lago justo delante del Museo de Naturaleza Local.

Después de ilustrarse con informaciones como que el Lago Baikal es mayor en extensión que Bélgica y el mayor en profundidad del mundo, no hay mejor plan que salir a caminar a orillas del mismo para disfrutar de su inigualable entorno montañoso.

Puesto que las dimensiones de Lystvyanka -poblado en donde se encuentra el museo anteriormente citado- no son mayores que las de Tres Marías, no es prudente permanecer en el lugar más de algunas horas, sobre todo si se toma en cuenta que en invierno las horas de luz solar son más escasas que la eficiencia de la burocracia rusa.

Para comer las opciones son pocas. Su mejor apuesta es el restaurante Omulevaya Bochka (Kievskaya Ul. 4, Lystvyanka, tel. 00-7-3952-24-0168), que tiene una estupenda vista al lago; el único problema es que el menú está únicamente en ruso, por lo que tuvimos que sacar pluma y papel y dibujar una vaca y un pescado a los ojos sonrientes de la mesera, que por alguna extraña razón nos trajo una especie de chiles con relleno desconocido.

De regreso en Irkutsk no olvide darse una vuelta por alguna de las casas de los decembristas (nombre genérico que recibían los nobles exiliados por el régimen zarista a finales del siglo 19) que abundan por el centro de la ciudad y que son un ejemplo claro de la herencia cultural de estos inmigrantes.

La última frontera

Para no extrañar mucho el tren vuélvase a trepar e inicie el trayecto hacia la tercera y última parada dentro del territorio ruso: Ulan Ude.

Considerada como la última frontera de la Rusia Oriental, Ulan Ude es la capital de la República Autónoma de Buryatia, la cual resalta por ser mayoritariamente budista, por tener su propio idioma y por ser la madre patria de los mongoles.

Visite el monasterio de Datsan, uno de los pocos que la intolerancia estalinista no destruyó. Para llegar a él es necesario tomar una especie de camión guajolotero que después de una hora apretujado lo dejará justo en la puerta (no olvide verificar el horario de regreso, ya que son muy infrecuentes y si lo pierde puede quedarse atorado en medio de la nada).

Lo sorprenderá la mezcla budista-rusa, pero quedará curado del estrés de la vida chilanga a través del sentimiento de paz que se percibe en el monasterio. La ciudad es muy pequeña y no amerita pasar la noche; si programa bien su itinerario puede tomar el tren nocturno hacia Ulan Bator.

El trayecto es bastante largo (más de 36 horas), por lo que no debe olvidar comprar sus "matrushkas" de recuerdo y atiborrarse de provisiones antes de abandonar Rusia. Si aún no se le ha hecho lo suficientemente largo el viaje, prepárese para esperar unas seis horas en la frontera entre Rusia y Mongolia, periodo durante el cual le recomendamos poner mucha atención a todas las transacciones fraudulentas que se llevan a cabo a bordo: policías aduanales que se hacen de la vista gorda ante compartimentos llenos de fayuca rusa, apretones de mano cargados de jugosos billetes y personajes disfrazados de agentes fronterizos que hacen de las suyas al intentar vender a los turistas un seguro supuestamente obligatorio para entrar al país. ¿Sabe qué? ¡No se deje! Muéstreles la tarjeta de su seguro y no les dé un centavo.

Reserve un par de días para escaparse a las montañas de Terelj, la Suiza de Mongolia, donde podrá dormir en un "gher" -especie de tienda de campaña- y probar las propiedades nutritivas de la leche de yegua.

La llegada al destino

El trayecto final del Transiberiano (de Ulan Bator a Beijing) es sin lugar a dudas el más escénico. Procure tomar este tren en la mañana para apreciar el Desierto del Gobi con sus dromedarios salvajes y sus inmensas dunas. Prepárese también para un encuentro cercano del tercer tipo con la cultura china al intentar cruzar la frontera. No vaya a cerrar los ojos cuando el tren comience a ser levantado por inmensas grúas para cambiar sus ruedas; la desconfianza china llegó al grado de disminuir el ancho de sus vías para evitar posibles invasiones.

A la mañana siguiente descubrirá que se encuentra muy próximo a llegar a la antigua Pekín cuando vea aparecer por la ventana de su compartimiento la gran Muralla China que le acompañará durante la última hora del trayecto. Al ver los árboles mudar de hojas en la estación de Beijing comenzará a sentir la antes impensable melancolía de dejar el tren. No olvide cargar con un pequeño diccionario; aunque parezca una frase trillada, todo "está en chino".

Durante su estancia en Beijing haga lo que los pekineses: vaya en la noche a cenar un crujiente pato laqueado en el popular restaurante Quan Ju De (32 Qianmen St., Xicheng District, tel. 00-86-10-6511-2418), y si el Transiberiano lo dejó muy hambriento éntrele a los escorpiones fritos (especialidad de la casa) y quédese "picado" con la cocina china.

Nada mejor que concluir esta aventura con una estancia de cuatro días en Beijing. Visite la Ciudad Prohibida (recomendamos alquilar la audioguía), la Plaza de Tian-an-men (con sus pekineses, sus papalotes y su "foto caguama" de Mao), el Templo del Cielo (trate de llegar antes de que amanezca para impresionarse viendo a los ancianos haciendo tai-chi) y el Palacio de Verano (que aunque lejos, bien merece la pena por su forma de integrar arquitectura y naturaleza).

Después de recorrer miles de kilómetros tendrá no sólo la satisfacción de haber explorado los lugares por donde pasaron Stalin, Lenin, Genghis Khan y Mao, sino de ser ahora parte de uno de los recorridos más alucinantes que existen y que muy pocos tienen la oportunidad de llevar a cabo.

Un poco de historia

- Esta es la línea ferroviaria más larga del mundo: se extiende por 9.300 km, desde Moscú hasta los puertos de Vladivostok y Najodka en la costa del Pacífico.
- El Expreso Transiberiano es en realidad el tren Rossiya; una conexión entre el este y el oeste y un símbolo permanente de lo que fue la unidad rusa en un mundo revolucionario
- La sección principal fue construida entre 1891 y 1905, con trabajos simultáneos hacia el este, desde la ciudad de Chelyabinsk, en los Urales, y hacia el oeste, desde Vladivostok.
- Marcó el cambio en el desarrollo de Siberia, abriendo vastas áreas a la explotación, a los asentamientos y a la industrialización.
- En la actualidad hay trenes directos que viajan de cuatro a siete veces por semana vía Sverdlovsk (Yekaterinburgo), Novosibirsk, Irkutsk y Jabarovsk, donde los viajeros extranjeros transbordan para tomar el tren hacia Najodka (Vladivostok es una ciudad militar cerrada).
- El viaje, con 92 paradas, tarda ocho días.
- También hay trenes entre Moscú y Pekín (Beijing) vía Ulan Bator, Mongolia.
- Una nueva línea de 200 km de extensión, la línea Baikal-Amur-Magistral, terminada en 1984, pasa al norte del lago Baikal hacia Komsomolsk-na-Amure y el puerto de Sovetskaya Gavan, lo que hace que Siberia quede todavía más abierta.
- En contra de lo que piensa la mayoría de la gente, en los itinerarios de los ferrocarriles rusos no hay ningún Expreso Transiberiano. Sin embargo, hay un Rossiya que circula diariamente, durante todo el año, de Moscú a Vladivostok. Hay también dos trenes a la semana que realizan prácticamente la misma ruta hasta Beijing: uno es el tren TransManchuriano (vía Harbin) de los ferrocarriles rusos y el otro el TransMongoliano, de los ferrocarriles chinos.
- Perry McDonough Collins,banquero americano y agente de bolsa, fue el primero en proponer un itinerario Transiberiano en 1857. Su propuesta fue rechazada, así como la del Conde Muravyev Amurski, otra de un ingeniero inglés llamado Dull y una de un trío de ingleses llamados Morison, Sleigh y Horn.
- Pasaron 33 años antes de que se diera la conformidad para empezar la construcción, un 24 de febrero de 1891. El Zar Nicolás cavó el primer hoyo en Vladivostok el 31 de mayo de 1891, y un año más tarde se creó un financiado "Comité para el Transiberiano".

Guía práctica

CÓMO LLEGAR: no hay vuelos directos a la capital rusa. Puede volar vía Frankfurt, Londres, París o Amsterdam a través de Lufthansa, British Airways, Air France y KLM.
DÓNDE DORMIR: aunque la mayor parte del tiempo la pasará a bordo del tren, cuando llegue a cada una de las paradas deberá buscar un lugar para hospedarse y aprovechar así al máximo la estancia.
*MOSCÚ: Hotel Baltschug Kempinski, Ul. Baltschug 1, 115035; tel. 00-7-095-230-6500; correo-e: baltschug@kempinski.com.
*EKATERIMBURGO: Palace Hotel, World Trade Center, Ul. Kuibisheva 44, Yekaterimburg, tel. 00-7-3432-596-000.
*IRKUTSTK: Hotel Retro, 1 Ul. Marksa, Irkutsk, tel. 00-7-3952-333-251, correo-e: service@angara.ru.
*ULAN BATOR: Bayangol Hotel, 5 Genghis Khan Avenue, Ulan Bator, tel. 00-976-1-32-89-60, correo-e: bayangol@mongol.net.
*BEIGING: Hotel Saint Regis, 21 Jian Guo Men Wai Dajie, Beijing 100020, tel. 00-86-10-6460-6688.
PERMISOS: los ciudadanos mexicanos requieren visa tanto para la Federación Rusa como para China y Mongolia. Para tramitar el visado ruso contacte a la sección consular de la Embajada al teléfono (55) 5273-1305 o al correo-e embrumex@mail.internet.com.mx. Para la visa china llame al (55) 5616-1109 o visite la página www.embajadachina.org.mx. Ambas visas requieren en promedio de cinco días hábiles para su expedición. El caso de Mongolia es más difícil, pues no tienen una representación diplomática en el País, por lo que hay que contactar a la Embajada en Estados Unidos; la dirección es 2833 M Street NW, Washington DC, tel. 001 (202) 333-7117. En muchos casos resulta más sencillo realizar el trámite a través de una agencia de viajes.
CUÁNDO IR: de marzo a mayo o entre septiembre y octubre, para garantizar un clima templado y la nula presencia de turistas que, durante los meses del verano, atiborran el tren quitándole el encanto de viajar con verdaderos rusos.
QUÉ LLEVAR: un mapa de Rusia y un minidiccionario de bolsillo ruso-español pueden ser muy útiles. Para los días que pase en el tren es indispensable hacer compras de artículos como papel de baño, pañuelos desechables, kit medicinal y kit de aseo personal, además de comida fácil de transportar y no perecedera, como sopas instantáneas, latas de atún y frutas. Para ello puede acudir a cualquier tienda de abarrotes en Moscú un par de días antes de su salida.
PROPINAS: en Siberia y la parte oriental de Rusia la usanza de las propinas es poco conocida, por lo que no tendrá que lidiar con ello, además de que el servicio difícilmente es lo suficientemente valioso como para ameritarlas.
IDIOMAS: aunque el inglés siempre resulta útil, en este caso no servirá de mucho, pues conforme se aleja de Moscú encontrará cada vez menos personas que lo hablan, por ello es recomendable aprender un poco de ruso, aunque siempre es bueno saber francés o alemán, idiomas más difundidos que el inglés en esta parte del mundo.
COSTOS: sin considerar boletos de avión y arreglando un paquete con agencia de viajes: unos mil 800 dólares estadounidenses.
MÁS INFORMACIÓN: hay una plétora de agencias de viaje especializadas en organizar recorridos en el Transiberiano. Para obtener más información al respecto, visite la página www.igougo.com. También consulte la página de turismo del Gobierno ruso: www.irkutsk-baikal.com/tourss_transsib.htm.

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