México DF: noticias de un secuestro
por Diego Gómez Pickering
CIUDAD DE MÉXICO. La mañana del 31 de julio la Ciudad de México despertó nubosa, gris, triste y colapsada, su eje troncal, el Paseo de la Reforma, símbolo de la urbe mas populosa del continente, había sido tomado por un millar de personas, simpatizantes de la Coalición partidista por el Bien de Todos, siguiendo el llamado de su líder, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), de reclamar por medio de lo que denomina como resistencia civil pacifica el recuento voto por voto de los resultados de la pasada elección presidencial. De eso hace ya una semana y mientras el país espera en vilo la decisión del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación respecto a la validez del proceso, programada para fines de mes, las mas de 20 millones de personas que habitan esta ciudad son victimas, involuntarias, de un secuestro. Esta es una crónica de la vida en los 47 campamentos permanentes que los inconformes, simpatizantes perredistas, mantienen a lo largo de varios kilómetros en la avenida que hasta el día de hoy marca el rumbo de la historia de México.
Es mediodía de sábado y en la confluencia de Reforma y Periférico no hay transito alguno, algo casi inconcebible si se sabe que en este nudo comienza el bosque de Chapultepec, centro de esparcimiento centenario para la ciudad. Una patrulla policíaca, con engomados a favor de López Obrador, resguarda el cruce vial, atrás una decena de conos anaranjados, troncos de árbol y una derruida valla metálica señalan el confín septentrional de los campamentos de la resistencia civil. Como colofón, la Fuente de Petróleos, emblemática de la menguante autonomía energética de la nación azteca, atestigua el desolador panorama, una llovizna ligera, característica del verano chilango, merma los ánimos. Escasos ciclistas recorren incrédulos las carpas que van de lado a lado de la avenida, ocupando autoritarias un camellon apenas remozado un par de años atrás, bajo la administración perredista que gobernó a la ciudad y catapulto como espuma la carrera política de Andrés Manuel. “N’hombre todavía nos falta bastante, el plantón empieza desde allá” responde Nancy a su pequeña hija de cinco años a la imperecedera pregunta “falta mucho mamá”. Nancy y su hija descendieron del metro Auditorio y se dirigen a Santa Fe, usualmente hubieran abordado un autobús afuera de la estación del subterráneo, por la toma de la avenida se ven obligadas a caminar un largo trecho para tomarlo, lo que aumenta la duración de su recorrido, eso es si corren con suerte, cientos de miles de personas mas hacen lo mismo, desquiciando la de por si disfuncional red de transporte urbano. Conforme el Paseo de la Reforma se adentra en Chapultepec nace Polanco, corazón turístico, comercial y habitacional de la ciudad de México, sede de embajadas, restaurantes, tiendas, oficinas gubernamentales y los mas importantes museos del país, en la esquina con Rubén Darío, entre la embajada libanesa y el Hard Rock Café, justo en el obelisco dedicado a Simón Bolívar, un grupo de 20 adolescentes, vistiendo sus uniformes escolares, a pesar de encontrarse en pleno periodo vacacional, desfila entre las carpas de los campamentos, trompetas y tambores en mano, marchan mientras entonan, bastante desafinados por cierto, las estrofas que se han convertido en el himno inadvertido del movimiento encausado por el político tabasqueño “voto por voto, casilla por casilla”. “Lo hacemos todas las mañanas, recorriendo nuestra sección de los campamentos, tal como cuando estamos en la escuela y saludamos a la bandera antes de iniciar las clases” explica Rafael, el abanderado del inusual grupo estudiantil. Son una decena de amigos, todos de la misma secundaria publica, quienes, acompañando a sus familias pernoctan desde hace una semana, en el tramo poniente del asedio, esquivando catres, bolsas para dormir, anafres, tambos con tamales y varillas que se clavan en el asfalto otrora recorrido por automóviles y autobuses, justo en la entrada de Polanco, atrapado, desde hace días por los retenes de los protestantes. Mas adelante una manta enorme donde aparecen fotografías de Luis Carlos Ugalde, presidente consejero del Instituto Federal Electoral mexicano y del presidente Vicente Fox decoradas con suásticas y con la leyenda “traidores de la democracia”, resguarda la entrada a la siguiente carpa, justo enfrente se encuentra el Hotel JW Marriot, que junto con una veintena mas de hoteles ha sufrido el embargo impuesto por los campamentos, la ocupación hotelera disminuyó en un 8%, con la consiguiente derrama económica, los visitantes foráneos parecieran huir del plantón, algo que los capitalinos no pueden darse el lujo de hacer, 60% de las reservaciones han sido canceladas mientras que el Turibus, transporte acondicionado para recorridos turísticos por la ciudad y cuya ruta sigue, en gran parte, el Paseo de la Reforma, suspendió sus funciones.
Un fuerte olor a carbon, que se confunde con el de pasto mojado, inunda el ambiente, “Bienvenidos al campamento de Tlalpan, los tlalpenses apoyan la democracia, lo que usted mande y diga señor presidente Andrés Manuel” rezan pancartas en esta quinta carpa. Cuatro señoras ataviadas con coloridos delantales abanican los anafres en donde preparan tortillas, a un lado otro par mas reparte tamales y atole, es la hora del desayuno, un poco mas tarde que de costumbre, no podemos olvidar que es fin de semana. La comida “nos la traen”, contesta a secas doña Maria, una de las encargadas de organizar el festín entre los hacinados ante la pregunta del apoyo en especie que reciben para sobrevivir en los campamentos al dejar de lado sus acostumbrados empleos y actividades diarias. En las rejas que circundan el Bosque de Chapultepec, un espacio dedicado a exposiciones fotográficas desde hace algunos años, bajo auspicios también de la entonces administración perredista, las cuerdas que sostienen las carpas se pierden en nudos complicadísimos, la propaganda de papel, alguna desgastada por la lluvia, otra recién puesta, impide ver la exhibición mas reciente, inaugurada apenas días antes del inicio de las protestas, en donde se narra la historia del Bosque y su importancia para la vida de la ciudad de México, adelante, en la entrada al zoológico y al lago, un vendedor de rollos y refacciones fotográficas se lamenta, apenas una decena de personas han entrado a Chapultepec, alarmante si se compara con los cientos que lo abarrotaban usualmente los fines de semana. “Disculpe las molestias, estamos construyendo la democracia” anuncia un cartón maltrecho pintado a mano que cuelga de la parada de autobuses. Un poco mas adelante, justo en la entrada del Museo Nacional de Antropología, donde se resguarda el acervo mas importante de arte prehispánico del mundo, frente a la efigie de Tlaloc, dios azteca de la lluvia, una pancarta que dice “gota por gota, voto por voto, casilla por casilla” inicia el campamento de la delegación Magdalena Contreras, una de las 16 demarcaciones políticas en las que esta dividido el Distrito Federal, todas ellas, al igual que la mayor parte de los 32 estados que componen a la federación mexicana, representados a través de una carpa en los campamentos a lo largo del Paseo de la Reforma. “Yo he sido de izquierda toda mi vida, confío en que México sea un país limpio y transparente, por eso estoy aquí, exigiendo el derecho que tengo como ciudadano de tener elecciones limpias y apoyando a AMLO, quien estoy seguro que ganó, todos nuestros votos cuentan. Aquí estamos todos los de la Delegación, en la (Magdalena) Contreras no nos vamos a dejar” afirma Rafael Martínez, quien atrincherado, junto con decenas de sus vecinos, habla de las bondades de su rincón de la ciudad. Pareciera una feria en la que cada estado y región del país esta representado, todos se identifican con banderas y blasones de su lugar de origen, en algunas carpas incluso hay comida típica y referencias turísticas del terruño. En el puente que cruza Circuito Interior un muladar de personas con zarapes y sudaderas se arremolinan en torno a una televisión que transmite a la par que Radio Hormiga, frecuencia modulada del movimiento rebelde, la sesión en vivo del Tribunal en la que se dictamina que solo se abrirán poco mas del 10% del total de las casillas para contar de nueva cuenta los votos y así dar seguimiento a las impugnaciones que persigue la Coalición Por el Bien de Todos. Rechifla generalizada ante el anuncio del juez, de nuevo la cantaleta del voto por voto, los ruiseñores entran en competencia pero sus trinos se pierden en lo espeso de los ahuehuetes sobre la Calzada de los Leones. A la izquierda, la Torre Mayor, el edificio más alto de América Latina, ensombrecido por las mugrientas carpas amarillas. “Hoy Andrés Manuel dará un recorrido por los campamentos, lo vamos a ver, se van a anunciar medidas mas severas de resistencia” se escucha decir a un hombre barbado, con boina, de mas de cuarenta años de edad. Junto al Instituto Mexicano del Seguro Social, pasando el hotel Four Seasons, con habitaciones de mas de 600 dólares la noche, un cuarteto de niños se echa una cascarita, los postes que sostienen su campamento hacen las veces de portería, junto a ellos peatones impávidos se detienen momentáneamente a observar una especie de representación teatral donde el tema central son las recién pasadas elecciones, entre los personajes, estereotipados, se reconocen forzados acentos, copia calca de los programas cómicos y las telenovelas, de “fresas” y “nacos”, la escisión por encimita bajo la cual hierve el conflicto postelectoral. Señalamientos que llevan a una hilera de baños públicos rentados, los hay para hombres y mujeres, dos policías saludan, de abrazo y beso, a los campistas al llegar a la carpa que se asienta a los pies de la fuente de la Diana Cazadora, resulta difícil adivinar a donde apunta con su arco y flecha entre la maraña de cuerdas, cables de luz recién instalados y la omnipresente propaganda. A la derecha un servicio medico, gratuito, y junto el anuncio del Concurso de Pintura Infantil en los campamentos con el tema “El fraude electoral visto por los niños”. Hasta la fecha, AMLO y su equipo, en donde destacan, a veces y a veces no, los intelectuales de la izquierda mexicana, desde Elena Poniatowska hasta Carlos Monsivais, sostienen que la elección del 2 de julio, avalada por observadores de la ONU y la Comisión Europea fue un fraude, “yo soy el presidente de México”, declaro ante los medios de comunicación, las pruebas de ese fraude, reconocía poco después “son solo basadas en indicios”, cuales no se sabe. “No, aquí ya no tenemos lugar, además hoy por la mañana paso una camioneta con estampas del PAN (Partido Acción Nacional) y arrollo varias carpas, mejor váyase mas para adelante”, indican a una señora que con mantas e hijos en mano, busca, neófita, instalarse en alguno de los campamentos.
Tres jóvenes en zancos recorren Reforma a la altura de la Bolsa Mexicana de Valores, cerrada, simbólicamente, por simpatizantes del movimiento, por espacio de dos días seguidos, reparten volantes impresos en papel reciclado, en ellos se describe el “Programa Cultural del Movimiento de Resistencia Civil” para el fin de semana, conciertos de rock en el Zócalo, competencia de ajedrez en el campamento de la Delegación Álvaro Obregón y el Gran Baile “al aire libre” en la Glorieta de la Diana Cazadora, al cual se invita con un sonoro “no falte”. Junto a los hombres en zancos, un par de carpinteros dan los últimos arreglos a la arena del cuadrilátero donde mas tarde pelearan rudos contra técnicos, confío en que se trata de lucha libre y nada mas. Muy atrás quedo ya la embajada de los Estados Unidos, privilegiadamente situada frente al campamento del Estado de Morelos, cuna del caudillo de la revolución mexicana del siglo 20, Emiliano Zapata, cientos de policías e impenetrables rejas la mantienen sublimemente alejada de lo que ahí sucede. El cruce de Reforma con Insurgentes resulta todo un muladar, uno de los únicos dos que los manifestantes “permitieron” ceder a la circulación, colas kilométricas de automóviles y atestados Metrobuses, la mas reciente adquisición de la ciudad en términos de transporte colectivo, esperan inquietos poder atravesar el Paseo de la Reforma, al cruzar frente a los campamentos y bajo los ojos de la estatua de Cuahutemoc, tocan con sus cláxones el tan mexicano “chinga tu madre”, en un intento por comunicarse con los acampados. “Buenas tardes oficial, vengo al campamento de Guerrero, podría estacionar mi coche aquí” pregunta educada una mujer recién llegada al policía que resguarda la lateral de la avenida. Reforma se encamina hacia el Centro Histórico de la Ciudad de México, dentro del siguiente campamento una decena de personas, pertenecientes a la Comisión Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC) escucha atenta las palabras del hablante en turno “tenemos que vencer el ciclo de la pobreza, porque somos obreros y trabajadores”, una extranjera, teutona, asiente con la cabeza, rodeada de los escuchas con camisas rojas. Un poco mas adelante una pinta alarmante, “estamos listos para derramar sangre” se lee. Entre la Alameda y la flamante Plaza Juárez, obra del arquitecto Ricardo Legorreta y flamante nueva sede de la cancilleria mexicana, las esculturas y jardines son presa de una feria ambulante montada para la diversión de los manifestantes, en una improvisada sala de conferencias, con proyector y pantalla de factura muy moderna, un señor de lentes y bigote espeso se dirige a la malograda audiencia, dicta una charla sobre “los principales movimientos revolucionarios del siglo 20, no hay tiempo suficiente para quedarse a escuchar, la rueda de la fortuna y los gritos de quienes la abordan lo hacen imposible. La imponente estructura marmórea del Palacio de Bellas Artes desluce ante semejante carnaval, el Ballet Folclórico de Amalia Hernández, que se presenta ahí todos los domingos, no tuvo aforo ni a la mitad, algo que no había sucedido en todas las décadas de su existencia. Abajo del Torre Latinoamericana inicia la calle de Madero, estrecha, adoquinada y cargada de historia, inundada, al igual que todos los veranos con el exceso de agua de lluvia y ahora encharcada con los campamentos, su delgadez desaparece al desembocar en la masiva plancha del Zócalo de la ciudad de México, ahora pintado de blanco y amarillo, atrapado por meses en una lucha política de la poco le interesa saber pero de la que no puede escapar. Aquí termina el plantón, la línea que ha dividido a la ciudad de México, y al país entero, en dos, el sitio que se cierne sobre millones de habitantes silentes condenados a vivir en una ciudad que cada día les pertenece menos, una ciudad secuestrada, a la que cada vez le cuesta mas trabajo sobrevivir.
Tuesday, August 15, 2006
what the fuck do u know?
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cocofonía señor escritor. nubosa, polulosa.
ReplyDelete¿y qué pasó con los 50 millones de pobres a quienes durante vidas completas se les han secuestrado y se les seguirán secuestrando la justicia, el derecho a un sueldo justo con el cual poder bien alimentarse, por no ir más lejos?
ReplyDeletePobres de nosotros citadinos acomodados que leemos revistas francesas acostados sobre un edredón de plumas, que cada mañana tenemos que dejar 20 minutos antes de lo acostumbrado, debido al tráfico y la incomodidad resultado de un plantón, que se trata de un movimiento que defiende y exije mucho más que el recuento del voto x voto, casilla x casilla y la limpieza de esta elección; reclama a gritos, en boca de los más pobres, la devolución del derecho a ser escuchados y tomados en cuenta, que les ha sido históricamente secuestrado.
Es perfectamente entendible que haya quién no simpatize ni con AMLO ni con el PRD, la incomodidad y el descontento son comprensibles, pero no poder ver más allá del eje troncal de la urbe más populosa del continente lleno de carpas, puestos de comida y varillas enterradas, no es aceptable, es digno de dar verguenza y solo demuestra la ignorancia con respecto a la historia y a la situación de nuestro pais.
¿en verdad debemos de convertirnos en habitantes silentes condenados a vivir en un país qué cada vez pertenece menos a los más y más a los menos?
por cierto, el artículo bastante aburrido y bastaaaante mal escrito...
ReplyDeleteyou could use a little help from your friends
Para el escritor (que mas bien creo que es escritora) es cAcofonía, no cOcofonía.
ReplyDeleteLos comentarios son bienvenidos, aunque se agradece saber de quién son, por favor fírmenlos.